¿Qué es el toque terapéutico consciente?

Es la visión global del cuerpo y la energía vital a través del tacto.
Es ser testigo, en el preciso instante en el que tiene lugar el tacto, sin juzgar, sin analizar, sin comparar, sin añadir nada a ese momento que contiene todo lo que somos, para que el cuerpo se autosane y equilibre. 
Tocar con la actitud de “Tathata” o “aceptación incondicional”, es permitir la circulación del flujo de vida natural en el cuerpo humano y usar el toque de una manera segura, para alcanzar, mediante una relajación plena, la expansión de la conciencia interior.
Una sesión individual de TTC también podría denominarse una «meditación interactiva», en la que se hace imprescindible la presencia consciente de quien da y recibe la sesión. Y es, precisamente, el carácter compartido, la interacción entre las dos personas involucradas, la que convierte a ésta en una técnica única entre todos los enfoques del trabajo corporal o artes curativas.

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El TTC incorpora todo el arco iris de posibilidades táctiles, ayudando a traer al consciente la información inconsciente grabada en nuestro cuerpo.

¿Qué beneficios puede aportar?

Anclar nuestra consciencia en el cuerpo nos hace sentir en contacto pleno con la tierra, con la naturaleza que forma parte de nosotros. El tacto y la conexión de energías nos llevará a una profunda y reparadora relajación. Notaremos una reducción en la tensión muscular, los dolores y bloqueos energéticos de los que a veces no somos ni conscientes. A veces, el efecto más positivo es, precisamente, ese, tomar conciencia de nuestros propios bloqueos, paso imprescindible para poder superarlos.
Nuestro cuerpo es un libro que guarda y codifica todas las experiencias que hemos vivido. Las sesiones de TTC nos hablarán de esas experiencias que hemos mandado al inconsciente, del significado que tienen para nosotros en el presente y del nuevo enfoque que se les puede dar desde una perspectiva consciente.
TTC es una experiencia placentera, pero también es sanación, flujo y expansión energética.

¿Cómo se facilita?

TTC es tacto, por lo que se requiere que quien lo recibe y quien lo da estén en la misma sala. Se usa una camilla en la que el receptor se tumbará y se relajará. Dador y receptor permanecen presentes, esto es con su conciencia centrada en lo que está sucediendo en ese preciso instante.
Se suele usar un abanico de toques variado. A veces, el toque puede ser muy suave y silencioso, con el foco en la respiración natural del cuerpo, en el precioso latido del corazón, o en la respiración oceánica del sistema Craneo Sacro. Otras veces, por ejemplo, se seguirá la presión profunda del masaje de yoga tailandés, llegando a incluir un masaje de cuerpo entero. En ocasiones se practicará el toque inmóvil, propiciando la escucha. El dador se convierte en testigo del cuerpo de quien recibe la sesión, permitiendo que éste se armonice y equilibre desde su propia sabiduría.
TTC permite disfrutar del tacto al mismo tiempo que se busca prestar atención a los efectos en toda la amplitud del Ser: sobre la respiración, la experiencia sensorial física, la creciente presencia y quietud, las conexiones y el flujo energético que se reparte por todo el cuerpo.
Cada sesión es única, y es el cuerpo del receptor el que indica el itinerario y la técnica a seguir.